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miércoles, 3 de diciembre de 2014

La cooperación europea en ETS ayudará a lograr un acceso igualitario a la sanidad

Nota: Este artículo fue publicado en el Boletín electrónico Salud-UE, al cual recomendamos suscribirse.

Por François Houÿez, director de información y acceso a tratamientos y consultor de políticas sanitarias en EURORDIS, y copresidente del Foro de interesados de EUnetHTA.

Los ciudadanos europeos desean la mejor atención sanitaria ahora y en el futuro. Esperan que la asignación de recursos económicos se realice en función de las necesidades, de forma equitativa e independiente de la situación económica. La Unión Europea, más que cualquier otro lugar del mundo, prospera de acuerdo con el principio de solidaridad.

La decisión de financiar las nuevas tecnologías sanitarias no se reduce al ámbito económico; también es una cuestión de ética, y ha de entenderse y aplicarse con facilidad a gran escala. Con este fin las agencias que evalúan el beneficio social de tales tecnologías han acordado una metodología común, y trabajan juntas con una frecuencia cada vez mayor. La Red Europea de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (EUnetHTA) es la iniciativa que hace esto posible.

Somos conscientes de los desafíos a los que nos enfrentamos:

  • Se necesita establecer una política unificada en el seno de una misma comunidad europea que reúne a países con distintos niveles económicos y a personas con ideas dispares sobre la salud y la atención sanitaria. De conformidad con el principio de solidaridad, el derecho a beneficiarse de un tratamiento médico está garantizado en las condiciones que establecen las legislaciones y prácticas nacionales.
  • Los esfuerzos para crear y compartir métodos comunes para la evaluación de tecnologías sanitarias (ETS), que se iniciaron hace unos 25 años, exigen una estrecha colaboración europea, y solamente serán efectivos si todos los Estados miembros tienen la voluntad política para continuar construyendo una Unión Europea con una base política y social consolidada.
  • Hasta ahora, los precedentes han puesto de manifiesto la necesidad de revisar las disposiciones legales o administrativas nacionales que impiden la colaboración en tareas conjuntas.

Teniendo estos hecho en cuenta, podemos prever el futuro con mayor nitidez y establecer objetivos definidos para brindarles a los pacientes europeos un mejor porvenir. Si se logra una cooperación más cercana en la evaluación de tecnologías sanitarias, los expertos, las autoridades, los médicos y los pacientes decidirán junto con los desarrolladores cómo ha de ser la ETS y en qué criterios tiene que basarse. Las agencias de evaluación colaborarán más frecuentemente, y todas las partes interesadas se involucrarán en estas tareas, con lo que se integrarán distintos puntos de vista. Los informes de evaluación serán de fácil comprensión para todos, desde los responsables políticos, hasta profesionales de la salud y pacientes. Además, la ETS será más transparente, pues se respetarán los métodos acordados, en los que se incluye las evaluaciones de aspectos económicos y de gastos. Si alcanzamos estos objetivos, quizás nuestros sueños se hagan realidad, y desaparezcan las inaceptables disparidades que detectamos actualmente en materia de acceso a la atención sanitaria en la UE.

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